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El 62,1 por ciento de los europeos leen diariamente
la prensa, un dato que, sin embargo, no refleja unos hábitos homogéneos
en el conjunto de la UE. Las diferencias entre las naciones son evidentes
y expresan, sin duda, valores culturales muy contrastados entre el
norte y sur de Europa. Finlandia, con 447 copias por 1.000 habitantes,
muestra un índice de difusión 6,9 veces superior al de Grecia, donde
se registran 65 copias (Tabla
8: Ranking de difusión y diferencias nacionales). En este último
país, la población lectora es del 19,5 por ciento, un porcentaje que
contrasta fuertemente con el 88 por ciento de Suecia o el 86 por ciento
de Finlandia. |
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No existe una correlación determinante entre
los valores de convergencia económica y convergencia cultural, en
la medida en que la lectura es comúnmente aceptada como un indicador
cultural. Los PIB nacionales marcan unos diferenciales menos acusados
de los que expresan el consumo de prensa, y no parece existir una
relación directa entre el incremento de la capacidad adquisitiva y
la lectura de los diarios. La divergencia en los valores de lectura
de diarios son, en términos generales, extensibles al conjunto de
las expresiones culturales de los soportes impresos (revistas, libros,
etc.), circunstancia que permite argumentar una hipótesis sobre la
no convergencia mediática y cultural en el seno de la UE (Tabla
9: Población y difusión de la prensa diaria en la UE). |
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Una circunstancia refuerza esa hipótesis: cuanto
más bajo es el índice de consumo de diarios, mayor es la exclusión
de la mujer en el perfil de los lectores (Tabla
10: Población lectora en las naciones de la UE). Aunque, en general,
el medio prensa cuenta con mayor demanda masculina, este factor se
acentúa en los países del sur de Europa. En España e Italia, donde
los lectores son, respectivamente, el 47,0 y el 50,2 por ciento de
la población masculina, sólo alcanzan el 26,2 y el 29,8 por ciento
en la población femenina. Diferencias de más de 20 puntos que se reducen
a menos de cinco en las naciones con mayor implantación del medio.
En Suecia, por ejemplo, los lectores hombres y mujeres son el 89 y
88 por ciento, respectivamente; en Alemania, el ‘gap’ se eleva a 2,8
puntos, y a 3 en Finlandia. |
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Entre los hábitos de consumo de la prensa en
el norte y el sur hay tres factores distintivos. En general, los países
con índices de difusión elevados cuentan con las cabeceras más longevas,
con porcentajes de suscripción muy altos, que superan ampliamente
a las ventas en kioscos, y una demanda menos asimétrica entre hombre
y mujeres de la que se observa en las naciones de bajo consumo. |
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Como expresión de del contraste entre las áreas
septentrional y meridional, el mapa que ilustra estas líneas selecciona
dos áreas significativas. La integrada por Dinamarca, Finlandia, Países
Bajos y Suecia, que con 35,1 millones de habitantes cuenta, en valores
absolutos, con un mercado de prensa diaria superior al de España,
Grecia, Italia y Portugal, naciones que suman 119,9 millones de habitantes
(Tabla
13: La difusión en áreas significativas de la UE). El índice medio
de difusión de los cuatro países del norte es de 341,3 ejemplares
por 1.000 habitantes, 3,5 veces superior al de las cuatro naciones
del sur (97,3). |
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Otra diferencia entre el norte y el sur está
definida por la población juvenil que lee la prensa diaria, que, en
buena medida, marca los niveles de socialización en el medio, el relevo
generacional y las expectativas de futuro. Así, mientras que en Finlandia
y Suecia, cerca del 75 por ciento de la población menor de 24 años
lee habitualmente la prensa diaria, en naciones como España, Italia
o Francia el porcentaje se sitúa en torno al 35 por ciento. |
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En general, los analistas europeos de prensa
coinciden en señalar que las caídas en la difusión de la prensa se
deben, entre otras razones, a la dispersión de los hábitos de los
jóvenes y a que aquélla cuenta hoy, entre las nuevas generaciones,
con competidores que alteran los tiempos y los tipos de los consumos
mediáticos y culturales. La aparición de diarios gratuitos en la grandes
ciudades europeas ya ha permitido observar que puede ser un agente
de inclusión en el ámbito de la lectura de individuos que, sin este
estímulo, hubiesen permanecido fuera del medio. |
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